Andrés Nagel
¿pero entonces qué voy a decirle si pregunta
por su lengua roída hasta la sombra; qué le digo
si me arroja palabras viscosas como fetos,
rosados linfocitos que recuerden mi nombre;
si de pronto las forma por hedor, de grande
a chica, y ensalívalas, y muy quedo asegura:
eso ahí fue su padre, no lo culpen, abrácenlo
mis ninfas, que no huya; qué entonces le diré
si echa en cara el insomnio, el postergado mar,
los viajes mentirosos, su gordura, esa noche
que descansó en mi vaho, acariciando pétalos?
no me quedan ganzúas, bueno fuera, ni esquinas,
ni cuadros familiares cuyas narices de óleo
abran un pasadizo favorable a la huida; no
tengo más coartadas, a no ser por el filo
que cruza por mi aorta en ademán galante.
Román Luján
De: Drâstel, Ed. Bonobos, 2011 México
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