Cuatro libros de la infancia. (¿hasta dónde abarca?)
El primero que recuerdo seria un libro que recopilaba cuentos de Andersen, Perrault, Grimm, Wilde, Amicis y seguramente algún otro que en este momento no recuerdo por no tener a la mano el libro. Seguiría las fábulas de Esopo. Después vendrían Tom Sawyer de Mark Twain y La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stowe,.
Ya más grande pero todavía niña, no lo pidieron pero ya entrados en estos asuntos he recordado:
Mujercitas de Louisa May Alcott, Diario de Ana Frank, Claudine de Colette y una selección de cuentos de autores como Dostoievski, Gogol, Clarín, Dickens, etc.
Agregaré autores que leí y sigo leyendo en lo que podría llamarse una segunda infancia:
J.R.R. Tolkien, Michael Ende, C.S. Lewis, Lewis Carroll y Otfried Preussler
Casi se me olvida mencionar que siempre me ha gustado leer cuentos tradicionalesy leyendas. ¿Y dónde entran Mafalda, Asterix y Obelix y los comics?
Cuatro escritores que leeré una y otra vez
John Steinbeck, Hermann Hesse, Agatha Christie, y en poesía me es difícil decidirme.
Cuatro escritores que no leeré jamás.
Sinceramente me opongo a está aseveración. Uno nunca sabe a quién ni por qué llega uno a leer y además las sorpresas que se lleva uno.
Cuatro libros que llevaría a una isla desierta.
No se aclara mas asumiré que es por un largo, largo tiempo o siempre. Serían libros llevados aparte de la lectura por motivos sentimentales.
La biblia, que no sería cualquiera sino la que me fue regalada por unos amigos.
Al este del paraíso de John Steinbeck, de ser posible el ejemplar que siempre he leído.
Lewis Carrol: The complete, fully illustrated works, me recuerda a alguien.
alba, no podría dejar la poesía y así tendría una gran variedad para leer y recordar.
Cuatro libros próximos a leer.
Mi vida de Lyn Hejinian, Caos portátil poesía contemporánea del Brasil, A paso de cangrejo de Umberto Eco, Las ilusiones perdidas de Balzac. En estos momentos tengo a mano más libros de poesía.
Las últimas palabras de uno de mis libros favoritos.
.... Adam levantó la mirada con expresión de abrumada fatiga. Sus labios se entreabrieron, pero no salió de ellos sonido alguno. Probó de nuevo, llenando antes los pulmones. Expelió el aire y sus labios se arquearon para modular aquel suspiro. La palabra que susurró, pareció quedar flotando en el aire:
....-- ¡Timshel!
....Sus ojos se cerraron y se quedó dormido.
De: Al este del paraíso de John Steinbeck