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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Erótica

Erótica mía:
Escribiré en tu espalda
con un trazo de dientes
una sola historia:
Nude, 1929 - Yasuo Kuniyoshi
no puedo mirarte
sin sangre en los ojos
no puedo amarte
fuera del incendio.
Besar es oficio
que a veces nos pierde
en bocas de bestias oscuras
en grietas dolorosas
que el dolor ilumina.
Erótica mía:
Tendremos silencio en estas palabras
habrá un aire escondido
debajo de las camas
un olor a furia
una espesura de grasas derrotadas.
No puedo hablarte
sin saliva que espera
el comienzo terrestre de tu piel cercana
no puedo tocar tus axilas
sin la empapada silueta de mi lengua.
Y no puedo repetir este amor
esta sola historia
que escribo en tu espalda
Erótica mía
sin mancharme los dientes
sin quemarme las manos
sin dejar que mi borroso corazón
se hunda
pausadamente
entre tus sábanas.



Saúl Ibargoyen

Casi una carta

Erótica mía:
Hoy estamos en una fecha
sin lluvia de tu tiempo
junto a una ventana
de vidrios y moscas
Reclining nude, head turning, late 1030s - yasuo kuniyoshi
mientras la tinta se endurece
más allá de mi cintura
tensando la tela de aquel pantalón
que compré contigo
en una esquina
(pues salíamos del fuego
y estábamos desnudos:
tú elegiste una camisa
que tus nalgas empezaron
enseguida a devorar
y que tu ombligo absorbía
entre crueles suspiros).
Y mientras te decía papel arriba
mi cintura escapa de los turbios fantasmas
que tus labios levantan
en minuciosos y pensados besos
me olvido de los temas
y debo comprar
atorado por el humo caliente que dejaste
una piel que no tenga
las entradas a tu cuerpo
una piel que no coincida
con los agujeros mordidos de tu cuerpo
porque estoy vestido con tus jugos recientes
y para ser lo que apenas soy
debo desnudarme también
de otra manera.
Erótica mía:
Me despido con el temblor de siempre
y extiendo esta casi carta
en la confusión
de tu almohada encendida.




Saúl Ibargoyen
De: Erótica mía, Ediciones del Ermitaño, México 2010 




La siempre enemiga

Apenas una vez supe decirte
que eras la dulce enemiga
la cruel suspirante de los libros antiguos.
O quizá pronunciaba esas vulgares palabras
donde medraban polillas y peces de plata
y donde el polvo rompía
Girl thinking, 1935 - Yasuo Kuniyoshi
sus uñas terrestres
en la velocidad de los autobuses desiertos
en los charcos que ayer ya no estaban
en los parques que se ahogan al atardecer
en las banderas de colores aventados
en los estadios de numeroso silencio
en los perros holgándose a través de la sarna
en el mercado donde compro la carne
y el áspero olor que me sostienen.
Erótica mía enemigamente mía:
no quiero asegurar que siempre olvidas
la aritmética de un teléfono
¿es distinto tu código o mi voz se borra
entre tantas conversaciones enredadas?
no quiero dar tampoco fe
de que entregas tu calzón
a otras manos impuras
es extraña tu memoria: en ella
puse árboles sonantes
hierbas trepando desde la sangre
para que supieras que tengo un solo esqueleto
y que todas las baldosas son menos
que el barro de mis únicos zapatos
no quiero siquiera afirmar
que te engañas
cuando piensas oscuramente en mí
¿es que habrá dolor
en tus pechos mordisqueados
en tus dedos calientes cuyo sudor besé
en tu lengua escondida donde me sostuve
dos minutos de peleada eternidad?
no quiero que conmigo permanezcas
sin la rajadura que sí sabes abrir
para ser ciegamente salpicada:
no quiero que estés en mí
sin el vello renaciente de tus brazos
no deseo encontrarte
sin tu paladar inundado de sabores humanos
Erótica mía enemiga tan mía
¿es que en tu casa
no hay lugar para mi sombra
o es que juegas a mezclarte
con el miedo
para que envejezca de amor
ese feroz vampiro de tu entrepierna
esa simple geometría
inventada por el Diablo
para hacerte llorar?





Saúl Ibargoyen
De: Erótica mía, Ediciones del Ermitaño, México 2010


La batalla

Ya no preciso de ti
gritabas al caer el sol
Erótica mía
porque ese momento es el más seguro
porque apenas permanezco
como una figura dudosa
de su frente y su perfil.
Cyclist, 1939 - Yasuo Kuniyoshi
Después empezaste a esperarme
a horas inseguras
detrás de las puertas
con un cuchillo cotidiano
que afilabas en mis poros
o con una lima de aluminio muy usada
para disminuirme el corazón.
Luego retiraste mi plato de las mesas
clausuraste mi silla
por razones de seguridad
rompiste el teléfono
para evitar otras respiraciones
otras voces que igualmente
vendrían a mí.
Finalmente quitaste dos patas a la mesa
escupiste en mis almohadas
borraste la maculada crónica
de colchones cobijas y sábanas
extraviaste calcetines
perturbaste camisas y calzones
hincaste profundos alfileres
en los sensitivos sitios de cada pantalón.
Erótica mía:
qué inútil tu minuciosa batalla
tu guerrilla de salivas incompletas
tus jugos negándose a abrazar
mi hostigada cintura
tus pezones protegiéndose
detrás de rígidos huesos
tu horrible jadeo de perra mancillada
ante múltiples testigos
o de mosca poseída
en un aire polvoriento:
qué inútil todo tu conflicto
Erótica mía
porque esta soledad tiene fronteras
porque dejé mis lentes
flotando entre palabras
para que veas la recámara en ruinas
tus rodillas desgarradas
tu ombligo sangriento
y no puedas llorar.



Saúl Ibargoyen
De: Erótica mía, Ediciones del Ermitaño, México 2010



iainma: yasuo kuniyoshi

Poema desesperado

Y aquí en verdad termino
Erótica mía
en tu único sitio vulnerable:
no estoy ni seré ni permanezco abandonado
pues habrá otros aviones
brincando en la recámara
Dancing, 1929 - Yasuo Kuniyoshi
otros lentos barcos
en mi plato de sopa cotidiana.
Verás que tampoco lloraré sudores tristes
en los muelles atardecidos
ni tendrán un solo sabor
todas mis comidas
ni veré tu forma
en las cucarachas dormidas
que cruzan la lluvia
ni quedará tu boca
acostada en mi vieja cama crujidora.
Debes saber desde ya
que no cambiaré la manera
de peinarme
que no retiraré tus cenizas solitarias
que no le romperé
el pescuezo a tu sombra
que dejaré tus agrios olores
a plena voluntad
entre libros y manteles
que no borraré tu ruido en la cocina
ni pondré fuego a las cuatro cartas
donde aprendí a leer tu ausencia inevitable.
Nada de eso Erótica mía:
sólo un hombre que ha cumplido
más de la mitad de sus latidos disponibles
que será tercamente el amante
de un pelo descuidado
o de cualquier otra mano
que busque su bragueta.
Un amador sufriente que ya es
desabrazado de sus tierras del Sur
y arrancado de aguas y de cielos
para seguir besando por todas las fronteras
tu olorosa oscuridad
tus hendiduras más otras y tuyas
tu respiración de amargos cigarrillos
tus pezones de negra sustancia
cada hueco de ti
cada emergente humedad
cada jugo consumado
y la claridad de tus pies
que entre polvo vientos papeles
caramelos mordidos salivas desechadas
vidrios en desorden
lágrimas indescifrables
árboles comidos por la furia
panes destruidos huesos nocturnos:
tus claros pies Erótica mía
que anduvieron en mi pecho
y ensuciaron mis dientes
y se fueron contigo más allá del incendio
y que han inventado un camino paralelo
a estos rumbos de sangre y de papel
para que ni en mí ni en ti
ni en nadie
ni en ninguno aparezca
el menor indicio
de un final feliz.


Saúl Ibargoyen
De: Erótica mía, Ediciones del Ermitaño, México 2010


Appassionata I - Beethoven




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