martes, 10 de junio de 2008

Sir Gawain y el Caballero Verde

Beheading of The Green knight
La acción comienza en Camelot cuando los caballeros se hallan reunidos celebrando las navidades. «El año era tan joven que la noche anterior había visto su nacimiento.»... 

En esto llega un caballero imponente y gigantesco, pero, no obstante, elegante y proporcionado. Es decir, este personaje se nos presenta con caracteres ambiguos: causa horror y, al mismo tiempo, es de admirar su distinción. Está magníficamente ataviado de verde, luce espuelas de oro, etc., y lleva bordados pájaros y mariposas... La guarnición del caballo del visitante es igualmente maravillosa, con piedras verdes, y el corcel, como su jinete, es verde y enorme. El cabello del hombre es del mismo color verde que las crines de su montura, y tiene la barba poblada (el adjetivo que se emplea en el texto es bushy, literalmente «como un arbusto»)...
El caballero es tan fuerte que un golpe suyo ha de ser mortal de necesidad. Sin embargo, no porta yelmo, armadura, escudo o lanza, sino meramente un ramo de acebo en una mano («acebo que está más verde cuando la arboleda está flaca y desnuda») y un hacha aterradora en la otra, hacha con encaje de oro y acero verdes, y de brillante hoja. El acebo es un arbusto de hoja perenne, o sea, siempre verde (evergreen); de ese modo, hace juego con el color del caballero. Además simboliza su propia inmortalidad (está a punto de ser decapitado y saldrá con vida de ello). El acebo es además símbolo de la Navidad y del Cristo inmortal, y sus bayas rojas representan su sangre. Luego, cuando Gawain le corte el cuello al Caballero Verde, la roja sangre brillará sobre el fondo verde, como hace en el acebo.
Cuando se presenta en la corte, el caballero avanza y pregunta: «¿Quién gobierna esta reunión? Desearía verlo con mis ojos y hablar con él»...


Todos piensan que se trata de un fantasma del País de las Hadas (v. 240; en el v. 681 se le describirá con el adjetivo unearthy, «sobrenatural») y callan. Solo Arturo le responde, identificándose como cabeza de la casa. Invita al caballero a desmontar y unirse a la fiesta. Él rehúsa, y explica que lo ha traído la fama de la corte del rey Arturo. Viene en son de paz, como lo demuestra el que no lleve las armas apropiadas; pero desea comprobar si es cierto que los caballeros de esta corte son tan valientes como se dice.
Pide al que se atreva que le propine un hachazo, que él no opondrá resistencia alguna; ahora bien, pone la condición de que quien lo haga habrá de acudir a él, transcurridos un año y un día, para recibir el mismo golpe...

El estupor general al oír las razones del gigante impide que nadie reaccione. El Caballero Verde se burla: ¿es esta la famosa corte de Arturo? El propio rey, algo irritado, contesta que él mismo asestará el hachazo, si es que así lo desea el visitante. Cuando el Caballero Verde está a punto de recibir impasible el golpe del rey, Gawain solicita a Arturo que lo deje ocuparse a él de esta lucha, y lo hace con palabras de alabanza al soberano y suma modestia: «Si se perdiera mi vida, se echaría menos en falta». Arturo accede. El Caballero Verde desea saber el nombre de Gawain y que se comprometa a cumplir el pacto, y lo hace jurar: habréis de «buscarme vos mismo en el lugar donde juzguéis que podáis encontrarme, y recibir vuestro pago» (vv. 95-96). Gawain pregunta entonces por el nombre del caballero y el punto donde habrá de ir. Se le responde que lo sabrá después de dar el hachazo y que, si acaso el caballero fuese entonces incapaz de decírselo, Gawain podría considerarse libre del compromiso.

Gawain decapita al forastero... La cabeza rueda, y el resto del cuerpo, en lugar de caer, se dirige a recogerla. La sostiene en alto con una mano, mientras insta a Gawain a que cumpla ahora su parte del acuerdo: que vaya a la Capilla Verde a recibir el golpe que él mismo ha dado, y le dice: «Estrictamente merecéis la debida redención en el día de Año Nuevo. Por el nombre del Caballero de la Verde Capilla me conocen muchos; así pues, si preguntáis por mí, me hallaréis» ... Dichas estas palabras, el decapitado sale a caballo, cabeza en mano, sin que nadie sepa hacia dónde, de igual modo que nadie podría decir de dónde había venido. Gawain y Arturo vuelven a reírse del Caballero Verde. Aunque estupefacto por dentro, el rey lo disimula. La famosa hacha se cuelga donde todos los hombres puedan verla y maravillarse. ¿Cuál es el sentido simbólico de esta exhibición del hacha? Sin duda, recuerda a Gawain la prueba a la que se ha de enfrentar; pero, expuesta a la vista de todos, parece querer decir que todos habrán de someterse a la misma alguna vez. Si, como quieren algunas interpretaciones, lo que ha de pasar Gawain es el ciclo de la experiencia, es indudable que ello es común a toda la humanidad...

Así que pronto llega la luna de san Miguel, y Gawain empieza a pensar en el cruel camino que debe tomar. Sin embargo, se queda con Arturo hasta el día de todos los santos, cuando tras la cena anuncia su partida. La flor de la corte está presente y afligida por la suerte de Gawain. Este pregunta: ¿qué otra cosa ha de hacer el hombre sino arriesgarse? El que Gawain, antes de enfrentar la dura prueba, haya de aguardar un año e, incluso, pueda olvidarse de ella durante la alegre primavera nos sugiere que todo individuo tiene que alcanzar cierta madurez antes de llegar a conocerse a sí mismo, como hará Gawain al final del poema...
Sir Gawain se arma para la aventura: la búsqueda que se apresta a realizar supone peligros físicos, aunque también lo acecharán otras amenazas más sutiles, de tipo moral. Su armadura es noble y contiene oro. Oye misa, y se despide de los caballeros y las damas. Su caballo, Gringolet, también está bellamente engalanado y reluciente al sol...

Por donde quiera que pregunta, nadie sabe de ningún caballero verde ni de capilla alguna de ese color. En el camino Gawain escala numerosos riscos y vadea corrientes de agua, teniendo que luchar contra fieros enemigos: dragones, lobos, hombres salvajes, toros, osos, jabalíes, ogros, etc. «De no haber resistido esforzadamente y haber permanecido sumiso a Dios, sin duda habría perecido en muchas ocasiones» (vv. 724-725). Pero peor que los combates es el invierno. Medio muerto de frío, en Nochebuena ruega a la Virgen que lo guíe a algún refugio. Cuando termina de rezar, descubre un castillo, el más hermoso que jamás caballero haya poseído. Contiene muchos robles en sus dos millas de circunferencia, y lo rodea un doble foso...

El príncipe del castillo le da la bienvenida. Es un hombre poderoso, de estupendo tamaño, barba de color del castor, y fornidas piernas. Gawain es conducido a una habitación fabulosa donde el caballero se desviste. Le traen ricas túnicas, y, después de ponerse una, «ciertamente les parecía a los presentes como si la primavera con todos sus colores se mostrase ante ellos»...
Al concluir la cena, está próxima ya la medianoche, hora de celebrar la Navidad con la misa. El señor del castillo le reitera la bienvenida. La señora, deseosa de ver a tan ilustre caballero, abandona su banco en la iglesia. Va acompañada de una matrona ya madura ... Se contrasta la belleza de la joven con la fealdad de la vieja: «pues, si la una era encantadora, seca estaba la otra. Colores ricos y rúbeos engalanaban a la una, arrugas marchitas surcaban las mejillas de la otra...

A la mañana siguiente es Navidad. Todo el día se comen platos maravillosos. Sir Gawain y la dama hallan solaz «en las discretas confidencias de su coqueteo cortés» (v. 1010). La alegría continúa al día siguiente, y al tercero, y en el día de san Juan (27 de diciembre), último de celebración. Gawain se prepara para marchar, pues le quedan tres días para la cita con el Caballero Verde. Cuando el castellano le pregunta adónde va en esta época del año, Gawain le explica que tiene un compromiso que atender, y pregunta por la Capilla Verde y el misterioso caballero. El señor le pide que se quede hasta el mismo día de Año Nuevo, pues la Capilla Verde está cerca. Gawain acepta. El otro caballero le pide que a la mañana siguiente descanse en el castillo, en compañía de su esposa, mientras él esté de cacería. Además propone un pacto: que al final del día el señor del castillo y Gawain se intercambien lo que hayan obtenido.

Al alba, después de misa, sale el señor a la caza de la cierva. Al mismo tiempo, Gawain despierta oyendo un leve sonido: es la señora que entra en su estancia. Él finge estar dormido para evitar la embarazosa situación; finalmente decide abrir los ojos y averiguar qué desea la dama. Se trata de la primera tentación. Con grandes halagos a la cortesía de Gawain, dice la señora que muchas damas desearían tenerlo en sus brazos como ella ahora. Él se excusa cortésmente: «todo el tiempo ella actuaba como si lo adorase; pero Sir Gawain estaba en guardia con modos gentiles» (vv. 1281-1282). Nótese el «como si»; queda claro desde el principio que la señora está tentando al caballero.
Antes de despedirse, la dama se queja de que parece increíble que Gawain, receptáculo de virtud y cortesía, no le haya dado un beso. Gawain accede, y la dama lo besa. El resto del día lo pasa Gawain con las dos damas, la joven y la anciana. Aquí se puede ver un significado numérico: cuando Gawain está con la dueña, la situación es comprometida para él; luego, cuando la pareja se convierte en trío por la presencia de la otra mujer, se restablece el orden, y todos lo pasan bien.
Cuando vuelve el señor con sus piezas cazadas, intercambian triunfos: Sir Gawain le da el beso, aunque rehúsa explicar cómo lo ha obtenido; de esa forma muestra dos virtudes: honor, al cumplir su palabra, y cortesía, al callar lo sucedido.


Deciden renovar el trato, y al día siguiente vuelve a marcharse el señor muy temprano, «cuando el gallo solo había cantado tres veces», a la caza del jabalí. (Como estamos comprobando, todo sucede tres veces en este poema, incluidas las tentaciones y las cacerías.) La del jabalí es más difícil, porque se desarrolla en terrenos complicados, entre espinos, y requiere más valor para enfrentarse al animal. Como se verá, las cacerías del poema son cada vez más difíciles, en justa correspondencia con las tentaciones a que se expone Gawain, también cada vez más difíciles de vencer...
Temptation of Sir Gawain - Lady Bercilak
Mientras, en el castillo, la dama vuelve a visitar a Sir Gawain, reprobándole su falta de cortesía con ella al no devolverle el beso. Gentilmente él replica que no lo hizo por miedo a ser rechazado. Ella alega que nadie podría negársele, siendo él tan fuerte. Él explica que en su país no están bien consideradas las amenazas o los regalos ofrecidos sin buena voluntad. Ella le da un beso. Llega la segunda tentación: el amor es virtud fundamental de los caballeros, y, sin embargo, el más famoso de ellos, se queja la dama, no le ha dicho todavía una palabra amorosa a ella: «Deberíais estar impaciente por mostrar a una joven vuestros conocimientos en el arte del amor cortés. ¿Acaso sois ignorante, con todo vuestro renombre? ¿O me juzgáis demasiado torpe para beber de vuestros galanteos?» (vv. 1526-1529). Él elude el aprieto con cortesía y humildad: ¿cómo instruir en el amor cortés a una que sabe de ello más que cien caballeros?...«De ese modo la augusta señora lo tentaba y ponía a prueba con preguntas que intentaban hacerlo caer en la maldad..., pero él se defendió con tal firmeza que no apareció falta alguna...» (vv. 1549-1551)Al separarse, ella le da otro beso.
Cuando vuelve el castellano con el jabalí, se intercambian las ganancias, y Sir Gawain le da al dueño los dos besos. Luego beben y hablan, y deciden repetir la diversión en la Noche Vieja. Gawain pide permiso para partir, pero el señor le jura que si se queda podrá llegar perfectamente a la Capilla Verde antes de que amanezca el día de Año Nuevo. Le pide que se renueve el trato de los días anteriores: «Pues dos veces os he probado, y dos veces os he hallado fiel. Ahora "¡A la tercera va la vencida!" ¡Pensad en ello mañana!» (vv. 1679-1680). Gawain acepta...


El señor sale a cazar el zorro. Mientras, la señora se viste de forma mucho más atractiva para la tercera tentación. Lleva el pecho y la espalda descubiertos, y está adornada con joyas. Cuando llega al aposento de Sir Gawain, este dormita entre pensamientos amenazadores que le recuerdan el destino que lo aguarda en la Capilla Verde. La dama se acerca y lo besa. Cuando él comprueba lo hermosa que está, siente un rapto de éxtasis en el corazón: «Y el peligro se hubiera cernido si María no hubiese protegido a su caballero» (vv. 1763-1769).
Efectivamente, la tentación es tan fuerte que se siente forzado a elegir entre acceder a su amor o desairarla vilmente: «Estaba preocupado por su cortesía, no lo fueran a considerar un grosero, pero más aún por su desgracia si llegase a caer en el pecado y deshonrase al dueño de la casa con su deslealtad» (vv. 1773-1775). La del caballero es una vida próxima a la religiosa, y sus virtudes han de ser las cristianas.
La joven le pregunta si se resiste por haberse comprometido con otra doncella que le guste más. Gawain responde que ni le ha hecho juramento a nadie ni piensa hacerlo por el momento (dado el destino que lo espera). Entonces ella pide, antes de marcharse, alguna prenda suya que guardar de recuerdo; él rehúsa, por no tener nada digno de ella que darle. Ella le ofrece un anillo en «rojo oro», pero él no lo consiente: «No teniendo nada que ofrecer, nada aceptaré» (v. 1823). Se lo vuelve a ofrecer, y de nuevo lo rechaza. Ella le ofrece entonces su cinturón de seda verde con una gema dorada, de menor valor, según ella, que el anillo. Él replica que no podrá tocar tesoro alguno hasta culminar con éxito la búsqueda que tiene encomendada. Ella entonces le hace notar que el cinturón es mágico y hace invulnerable a quien lo porte. Pensando en la Capilla Verde, Gawain termina aceptándolo, y accede a jurar que lo ocultará, especialmente del señor del castillo. Para cuando se despiden, la dama le ha dado tres besos. El cinturón verde representa para Gawain la esperanza de salir con vida del compromiso aterrador que tiene.
Ya a solas, Gawain se prepara, y se confiesa. Cuando después llega el caballero del castillo, se encuentra a Gawain con una túnica turquesa y capucha del mismo color (el azul es el de la fidelidad), adornados con armiño. Sir Gawain se apresura a dar al castellano los tres besos ganados durante el día, pero no dice nada del cinturón. El señor le corresponde, y comenta que su ganancia es inferior, pues solo ha cazado un infeliz zorro. Sin embargo, si se observa bien, hay una correspondencia entre los trofeos intercambiados: si el zorro es de menor calidad, también lo es el obsequio de Gawain, que solo da los besos y se guarda para sí el cinturón mágico. Y, como ya comentamos, hay congruencia entre la dificultad de la cacería del zorro y la de la última tentación, en la que acaba cayendo Gawain...


Llega el año nuevo, y lo recibe un tiempo tempestuoso (que corresponde perfectamente con el amenazador destino que el día le reserva a Gawain). Este se abriga, y encima se coloca la armadura, que han limpiado y dejado reluciente, la capa, «con su símbolo de actos intachables, bordada en terciopelo con gemas poderosas...» (a las gemas se les suponían las cualidades protectoras de los talismanes), y el cinturón que le regaló la dama.
Gawain sale a lomos de Gringolet. El siervo lo guía hasta las proximidades de la Capilla Verde, y entonces le aconseja a Gawain que desista de acudir allí, que encontrará al peor hombre del mundo, quien sin duda lo matará. Le pide que no vaya, y le jura que él guardaría el secreto y no se lo diría a nadie si Gawain tomase otro camino. Esta postrera tentación amarga al caballero, quien agradece el ofrecimiento, pero considera que no seguir adelante sería una cobardía. El otro responde que, si quiere ir, allá él; pero que no lo acompañaría por todo el oro del mundo.
Gawain se interna en el barranco; busca en vano la capilla, hasta que da con un túmulo, que resulta ser la Capilla Verde (es innecesario señalar las connotaciones del túmulo: la muerte). A Gawain le parece obra de Satán. De pronto, empieza a oír unos ruidos espantosos.


Aparece el Caballero Verde con un hacha vikinga y vestido como la primera vez, y alaba la virtud de Gawain con estas palabras: «Señor tan dulce que honráis las citas que debéis» (vv. 2237-2238). Sin embargo, el arma que porta el gigante en esta ocasión no es de metales preciosos, y su aspecto es aterrador.
Gawain se quita el yelmo para recibir el hachazo. Cuando el Caballero Verde se dispone a asestar el golpe, Gawain encoge ligeramente los hombros, y el otro detiene súbitamente el hacha para reprobárselo. Gawain jura no volverlo a hacer. El caballero amaga un segundo golpe para probar a Gawain, quien no se nueve. Esto provoca la ira del sobrino de Arturo, quien le dice al caballero que se deje de amenazas y dé el hachazo de una vez. El gigante lo hace con fuerza, pero solo produce una leve herida, y cae sangre en la nieve...

Cuando Gawain ve lo sucedido, en seguida se coloca el yelmo y el escudo, dispuesto a defenderse si acaso el Caballero Verde pretende darle algún otro hachazo (fuera de lo pactado hace doce meses).
El Caballero Verde le explica que los dos amagos correspondían a los días en que Gawain cumplió su pacto de intercambiar ganancias (pues se averigua ahora que el Caballero Verde es el castellano) y que el golpe que sí recibió era en pago de su fallo el tercer día: «Pues ese cinturón trenzado me pertenece a mí. Me doy perfecta cuenta de que mi propia esposa os lo dio» (vv. 2358-2359). Él mismo había pedido a su esposa que cortejase a Gawain para ponerlo a prueba. Gawain falló, no por codicia o por lujuria, sino por amor a su propia vida, lo cual es, según el Caballero Verde, menos censurable.
Gawain, avergonzado de su cobardía, devuelve el cinturón al caballero. Confiesa su flaqueza y se muestra dispuesto a cumplir la penitencia que el otro le imponga. El caballero le dice que ya se ha enmendado al confesar su pecado y con el hachazo recibido, y que está inmaculado como si nunca hubiese caído en falta alguna desde su nacimiento. El lenguaje de este pasaje es claramente cristiano. La búsqueda le ha servido a Sir Gawain para conocerse a sí mismo, para percatarse de sus propias limitaciones. Dentro de la simbología general del poema que comentamos antes, Gawain es el hombre que, después de concluir, muy a su pesar, el ciclo de la experiencia, se da cuenta de su condición pecadora, de la que solo la gracia de Dios puede redimirlo. El Caballero Verde le pide que se quede con el cinturón como recuerdo de la aventura de la Capilla Verde, y que regrese con él al castillo para disfrutar del festín.

Gawain contesta que ya debe retornar, y le pide que salude a la dama de su parte...
Gawain acepta el cinturón, para que le recuerde su pecado y, cuando saboree la gloria por su valor, tenga presente la flaqueza de la carne; para que cuando lo pique el orgullo, un vistazo al cinturón le devuelva la humildad. En este sentido, la función del cinturón es semejante a la que tenía el hacha al principio del poema, cuando la colgaron en la pared, donde sirviera de recordatorio a todos de la prueba que tenía que pasar Gawain.Finalmente, una cosa más pide este: desea conocer el verdadero nombre del caballero. El otro se lo dice: Bertilak del Alto Desierto, y le explica que Morgana le Fay, con sus poderes hechiceros, le dio esa forma para poner a prueba el orgullo de la corte de Arturo y para que Ginebra se muriera del susto al verlo hablar con la cabeza en la mano. Resulta que la arpía que acompañaba a la joven dama del castillo era Morgana, tía del propio Gawain, por ser hermanastra de Arturo. Bertilak vuelve a pedirle a Gawain que se quede con ellos, pero él insiste en rehusar.
Gawain emprende a lomos de Gringolet el camino de regreso a la corte de Arturo, camino nuevamente lleno de penalidades. Es bienvenido en Camelot, donde cuenta sus tribulaciones. Se decide que, para consuelo de Gawain, todos los caballeros lucirán como él un cinturón verde. Aquí lo que se simboliza es que el que regresa de su búsqueda y se incorpora de nuevo a la sociedad humana ve en sus congéneres la marca de su propia condición, lo que le recuerda constantemente que debe ser humilde y confiar en la gracia divina.

Fragmentos tomados de: biblioteca ull
Sir Gawain and the Green Knight
Translation by Paul Deane
Translation by Jessie L. Weston