lunes, 15 de diciembre de 2014

Sobrevivir (fragmentos)

Frontera, 1988 - Gerardo Rueda



Primero, el sufrimiento

El mundo es un sufrimiento desplegado. En su origen, hay un nudo de sufrimiento. Toda existencia es una expansión, y un aplastamiento. Todas las cosas sufren, hasta que son. La nada vibra de dolor, hasta que llega al ser: en un abyecto paroxismo.

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A partir de un determinado nivel de conciencia, se produce el grito. La poesía deriva de él. El lenguaje articulado, también.

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En las heridas que nos inflige, la vida alterna la brutalidad con la insidia. Conoced ambas formas. Practicadlas. Adquirid de ellas un conocimiento completo. Distinguid aquello que las separa, y los que la une. Entonces, se verán resueltas muchas contradicciones.

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Amad vuestro pasado, u odiadlo, pero tenerlo siempre presente. Debéis adquirir un completo conocimiento de vosotros mismos. Así, poco a poco, vuestro yo profundo se irá soltando, se deslizará bajo el sol; y vuestro cuerpo se quedará en el mismo sitio, inflado, tumefacto, irritado: maduro para nuevos sufrimientos.

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Es cierto que, a veces, la vida os parecerá simplemente una experiencia incongruente. Pero el resentimiento deberá quedaros siempre cerca, al alcance de la mano, incluso si elegís no expresarlo.
Y volved siempre al origen, que es el sufrimiento.

En el momento que suscitéis en los demás una mezcla de horrorizada compasión y desprecio, sabréis que vais por buen camino. Podréis empezar a escribir.



Articular

Si no conseguís articular vuestro sufrimiento en una estructura bien definida, estáis jodidos.  El sufrimiento se os comerá crudos, desde dentro, sin que hayáis tenido tiempo de escribir nada.
La estructura es el único medio de escapar al suicidio. Y el suicidio no resuelve nada.

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La poesía no consiste en trabajar sobre el lenguaje, no esencialmente. Las palabras son responsabilidad del conjunto de la sociedad.

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Al principio emitiréis gritos inarticulados. Y a menudo tendréis tentaciones de volver a ellos. Es normal. La poesía, en realidad, precede por poco al lenguaje articulado.
Zambulliós en los gritos inarticulados, cada vez que volváis a sentir la necesidad.  Es un baño rejuvenecedor. Pero no lo olvidéis: si no lográis salir de ahí, por lo menos de vez en cuando, moriréis. El organismo humano tiene sus limitaciones.



Sobrevivir

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Un poeta muerto ya no puede escribir. De ahí la importancia de seguir vivo.

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Meteos en la cabeza que , por regla general, no hay ninguna buena solución para el problema de la superviviencia material, pero las hay muy malas.

La cuestión del sitio donde vivir, en general no se os planteará: id a donde podáis. Tratad simplemente de evitar tener vecinos demasiado ruidosos, capaces ellos solos d eprovocar una muerte intelectual definitiva.

Una pequeña injerencia en el mundo profesional puede aportar ciertos conocimientos acerca del funcionamiento de la sociedad, eventualmente utilizables en una obra posterior. Pero un periodo de vagabundeo en el que uno se sumerja en la marginalidad, aportará otros saberes.. Lo ideal es alternar.
Otras realidades de la vida, como una vida sexual armoniosa, el matrimonio, o el hecho de tenr hijos, son a la vez beneficiosas y fecundas. Pero casi imposible de lograr. En el plano artístico, son terrenos prácticamente desconocidos.

Por lo general, iréis dando bandazos entre la amargura y la angustia. En ambos casos, el alcohol os ayudará. Lo esencial es obtener aquellos momentos de remisión que os permitan realizar vuestra obra. Serán breves; esforzaos por asiros a ellos.

No temáis a la felicidad: no existe.



Golpear donde más duela

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No podéis amar la verdad y al mundo. Pero vosotros ya elegisteis. Ahora el problema consiste en ser fieles a esa elección.  Os invito a conservar el ánimo. No porque podáis esperar algo. Al contrario, sabed que estaréis muy solos. La mayoría de la gente se reconcilia con la vida, o bien se muere. Vosotros sois suicidas viviente.

A medida que os aproximáis a la verdad, vuestra soledad aumenta. El edificio es espléndido, pero está desierto.Camináis por salas vacías, que os devuelven el eco de vuestros pasos. La atmósfera es límpida e inmutable, los objetos parecen esculpidos en piedra. A veces os ponéis a llorar, tan cruel resulta la nitidez de la visión.  Os gustaría volver atrás, a las brumas del desconocimiento, pero en el fondo sabéis que ya es demasiado tarde.

Seguid. No temáis. Lo peor ya ha pasado. Por supuesto que la vida aún os desgarrará, pero, por vuestra parte, ya no tenéis demasiado que ver con ella. Recordad que, básicamente, ya estáis muertos. Ahora estáis cara a cara con la eternidad.


Michel Houellebecq