lunes, 30 de abril de 2012

Los peregrinos de Emmaús



The green bridge, 1916 - Lyonel Feininger
Sabíamos que este era
el misterio ofrecido a la amistad:
nuestro misterio.
Afuera, el tiempo borrascoso,
las nubes veloces, los confusos enigmas
golpeando los cristales; adentro,
la partición del pan
en la conversación de los amigos.


Pero no sabíamos que el mundo
avanza del hogar a la intemperie.
La intemperie es el sol del extranjero.
Para estar adentro, era preciso
salir. De lo contrario
una cierta suplantación había en la cena,
aunque no fuese falsa,
como no lo era el falsificado lienzo
de Vermeer...
 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .(Una plegaria
para el apócrifo que tocó la abrasante verdad,
cuando tantos honestos, ay,
nos engañan y se engañan...)


No era falso el pan, pero no era completo,
le faltaba la corteza salobre,
la partición real de los caminos.
Le faltaba saber que era el misterio
de los otros.
Teníamos que ver al extranjero,
no conocer su nombre, conversar
con el sospechoso hermano, quizás el enemigo.
Andar con él, quizás no llegar nunca.


Porque el venía también, como nosotros,
en traje de peregrino, y aún era lo justo
no habíamos llegado a la posada,
ni él había partido verdaderamente el pan
del hogar, de la intemperie.


10 de febrero de 1964
Testimonios 1959-1964




De un momento a otro




Listo el color,
Self portrait, 1916 - Lyonel Feininger
multiplicado el número,
extraída la conclusión,
vivido el mes, el año, el siglo,
gozado el mar,
encendida la luz y humeando el caldo,
a bordo el pasajero,
llovido, escampado y secado,
ida la luna,
comprobada la verdad y desde luego la mentira,
leída la carta,
lleno el vaso,
afinada la orquesta,
calientes los motores,
hecho el mapa,
terminado el partido y doblado el periódico,
tirada al mar la botella,
vendado el niño,
desnuda la mujer,
apretado el botón,
sepultado el cadáver,
dicho el discurso,
arrojada la bomba,
cantando los pájaros, brillando las hojas,
explotando la poesía,
¿a qué esperamos, di, a qué esperamos?


Más 1964




Segundo Epitalamio




Sin asidero,
solo,
sin soledad
Bird cloud, 1926 - Lyonel Feininger
que pueda hacerme fiera compañía,
no tan lejano
que no sepan alcanzarme las miradas,
al contrario
despedazado en ellas
pero ajeno
a los sonidos que la surcan,


silencioso
con las escasas palabras suficientes
para llegar al día,
cruzo un desierto,
bajo a un abismo, rondo
por extramuros, doy
limosna a un pobre que me odia,
el templo está vacío,
el rostro de la arena
me enamora, el jugo
de los tallos salvajes me enloquece,


vuelvo a realizar inútiles oficios,
pongo letras en la frente
del hastío,
un reno salta
en la vieja altivez de mi deseo!,


no sé (te amo, árida), no sé
si algo distinto se ha mezclado al mundo,
si has empezado a acariciarme,
si me llevas deslumbrado a la isla de las bodas
o al espejo duro, implacable
de tus ojos.


Epitalamios 1966




Quinto Epitalamio





No eres lo conocido ni lo desconocido,
Windmill, 1918 - Feininger
lo nuevo ni lo antiguo, rompes
lo visible y lo invisible como
una lanza el cuerpo, el alma, y brota
la sangre que es agua que es sangre.


No eres
lógica ni absurda, cantas
en la húmeda rama de una idea
o en el argumento
lúcido
del llanto, piensas.


En fin, nada de esto
tiene que ver contigo.
La cólera está brillando en tu mirada.


Epitalamios 1966




Enero 1995




1


La marejada oscura
de los deslumbrantes animales que inventamos
para derribar la Puerta
aúlla, silba, canta, ruge esplende,
sube como la ciudad de cenizas
desplomándose en las alas de una ópera.


Pero vuelve, no derrotada.




2


Uno gira en espacios que no sabe
si son reos de la costumbre
o, simultáneamente, abismos.


Nápoles velada por la niebla
puede venir como una novia a despedirse.
Un público aplaude como un guante
que cinematográficamente vuela.
me detengo en el último escalón: ¿habré subido?
The spell, 1951 - Lyonel Feininger
Llegamos cargados de maletas
a la madrugada del andén desierto.
¿Y Sirena dónde se quedó? Apaga,
apaga, apaga! ¿No se puede apagar?


Y aquel jarrón, ahora en el piso del amanecer, mamá.




3


La compañía de libretas
dibuja un ángel de color callado.
Nadie sabe dónde está si no se pierde.
Ahora suena el teléfono, siempre suena
por encima del mar que es su elemento
El ángel inclinado toma un número
entre el índice y el pulgar de muy estudiosa tinta.
Las uñas dibujadas por Masaccio.
Huele a taller interrumpido cuando Rosa
usa el trapero para sacarle brillo
al colegio de Dios, su cara ausente.




4


Libretas, sí, postigos, cosas
que fueron colocadas en su sitio
derriscadero abajo por las nubes
que me impiden el paso: ¿a dónde vas
si no tienes el traje requerido?


Bueno, esta semana hay dos cornetas
pero ya pasó la hora del recreo.
¿Estilo de decir? No falta mucho.
Comiendo sólo lo que queda.




5


El colosal tamaño diminuto
no nos espera, ventisquero
bajando silenciosamente.
Un humillo lo precede y vuelve.
La silla de topacio es para ella.
Hablo de la bondad: sus formas
pertenecen a lo desconocido.


Pasa el ciclista, pasa la paloma,
y nada más involuntario, a veces.


Limpia como el agua está su boca.


La sílaba que dice no termina
y su mirada, rota, sangra
en el lugar oscuro donde nace.


Hija.


Cuaderno Así 2000


Cintio Vitier
De: Antología Poética Cintio Vitier, Selección: Enrique Saínz, CFE, México 2002




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