miércoles, 23 de noviembre de 2011

La batalla

Ya no preciso de ti
gritabas al caer el sol
Erótica mía
porque ese momento es el más seguro
porque apenas permanezco
como una figura dudosa
de su frente y su perfil.
Cyclist, 1939 - Yasuo Kuniyoshi
Después empezaste a esperarme
a horas inseguras
detrás de las puertas
con un cuchillo cotidiano
que afilabas en mis poros
o con una lima de aluminio muy usada
para disminuirme el corazón.
Luego retiraste mi plato de las mesas
clausuraste mi silla
por razones de seguridad
rompiste el teléfono
para evitar otras respiraciones
otras voces que igualmente
vendrían a mí.
Finalmente quitaste dos patas a la mesa
escupiste en mis almohadas
borraste la maculada crónica
de colchones cobijas y sábanas
extraviaste calcetines
perturbaste camisas y calzones
hincaste profundos alfileres
en los sensitivos sitios de cada pantalón.
Erótica mía:
qué inútil tu minuciosa batalla
tu guerrilla de salivas incompletas
tus jugos negándose a abrazar
mi hostigada cintura
tus pezones protegiéndose
detrás de rígidos huesos
tu horrible jadeo de perra mancillada
ante múltiples testigos
o de mosca poseída
en un aire polvoriento:
qué inútil todo tu conflicto
Erótica mía
porque esta soledad tiene fronteras
porque dejé mis lentes
flotando entre palabras
para que veas la recámara en ruinas
tus rodillas desgarradas
tu ombligo sangriento
y no puedas llorar.



Saúl Ibargoyen
De: Erótica mía, Ediciones del Ermitaño, México 2010



iainma: yasuo kuniyoshi