jueves, 25 de noviembre de 2010

Tres

Red no.2, 2007 - Zhang Peng



1. Soñé que Georges Perec tenía tres años y visitaba mi casa. Lo abrazaba, lo besaba, le 
decía que era un niño precioso.

2. A medio hacer quedamos, padre, ni cocidos ni crudos, perdidos en la grandeza de este
 
basural interminable, errando y equivocándonos, matando y pidiendo perdón, maniacos  
depresivos en tu sueño, padre, tu sueño que no tenía límites y que hemos desentrañado mil  
veces y luego mil veces más, como detectives latinoamericanos perdidos en un laberinto de  
cristal y barro, viajando bajo la lluvia, viendo películas donde aparecían viejos que gritaban 
¡tornado! ¡tornado!, mirando las cosas por última vez, pero sin verlas, como espectros, 
como ranas en el fondo de un pozo, padre, perdidos en la miseria de tu sueño utópico, 
perdidos en la variedad de tus voces y de tus abismos, maniacos depresivos en la 
inabarcable sala del Infierno donde se cocina tu Humor.

 6. Y alguien dijo: 
Hermana de nuestra memoria feroz,
sobre el valor es mejor no hablar.
Quien pudo vencer el miedo
se hizo valiente para siempre.
Bailemos, pues, mientras pasa la noche
como una gigantesca caja de zapatos
por encima del acantilado y la terraza,
en un pliegue de la realidad, de lo posible,
en donde la amabilidad no es una excepción.
Bailemos en el reflejo incierto
de los detectives latinoamericanos,
un charco de lluvia donde se reflejan nuestros rostros
cada diez años.

Después llegó el sueño.

Made in China no.5, 2008 - Zhang Peng
10. Soñé que estaba en un camino de África que de pronto se transformaba en un camino de 
México. Sentado en un farellón, Efraín Huerta jugaba a los dados con los poetas 
mendicantes del DF.

14. Soñé que estaba soñando, habíamos perdido la revolución antes de hacerla y decidía volver a casa. Al intentar meterme en la cama encontraba a De Quincey durmiendo. Despierte, don Tomás, le decía, ya va a amanecer, tiene que irse. (Como si De Quincey fuera un vampiro.) Pero nadie me escuchaba y volvía a salir a las calles oscuras de México DF.

17. Soñé que era un detective viejo y enfermo y que buscaba gente perdida hace
tiempo. A veces me miraba casualmente en un espejo y reconocía a Roberto Bolaño. 
18. Soñé que Archibald McLeish lloraba -apenas tres lágrimas- en la terraza de un restaurante de Cape Code. Era más de medianoche y pese a que yo no sabía cómo volver terminábamos bebiendo y brindando por el Indómito Nuevo Mundo.

26. Soñé que tenía quince años y que iba a la casa de Nicanor Parra a despedirme. Lo encontraba de pie, apoyado en una pared negra. ¿Adónde vas, Bolaño?, decía. Lejos del Hemisferio Sur, le contestaba.
 

27. Soñé que tenía quince años y que, en efecto, me marchaba del Hemisferio Sur. Al meter en mi mochila el único libro que tenía (Trilce, de Vallejo), éste se quemaba. Eran las siete de la tarde y yo arrojaba mi mochila chamuscada por la ventana.

30. Soñé que estaba muriéndome en un patio africano y que un poeta llamado PaulinJoachim me hablaba en francés (sólo entendía fragmentos como "el consuelo", "el tiempo", "los años que vendrán") mientras un mono ahorcado se balanceaba de la rama de un árbol.

32. Soñé que estaba soñando y que volvía a mi casa demasiado tarde. En mi cama encontraba a Mario de Sá-Carneiro durmiendo con mi primer amor. Al destaparlos descubría que estaban muertos y mordiéndome los labios hasta hacerme sangre volvía a los caminos vecinales.
 
34. Soñé que era un detective latinoamericano muy viejo. Vivía en NuevaYork y Mark Twain me contrataba para salvarle la vida a alguien que no tenía rostro. Va a ser un caso condenadamente difícil, señor Twain, le decía.

38. Soñé que volvía a mi viejo Liceo y que Alphonse Daudet era mi profesor de francés. Algo imperceptible nos indicaba que estábamos soñando. Daudet miraba a cada rato por la ventana y fumaba la pipa de Tartarín.

43. Soñé que estaba preso y que Boecio era mi compañero de celda. Mira, Bolaño, decía extendiendo la mano y la pluma en la semioscuridad: ¡no tiemblan!, ¡no tiemblan! (Después de un rato, añadía con voz tranquila: pero tamblarán cuando reconozcan al cabrón de Teodorico.)
 
44. Soñé que traducía al Marqués de Sade a golpes de hacha. Me había vuelto loco y vivía 
en un bosque.
Yo Yo no.3, 2006 - Zhang Peng

45. Soñé que Pascal hablaba del miedo con palabras cristalinas en una 
taberna de Civitavecchia: "Los milagros no sirven para convertir, sino para 
condenar", decía.

47. Soñé que Baudelaire hacía el amor con una sombra en una habitación donde se
había cometido un crimen. Pero a Baudelaire no le importaba. Siempre es lo mismo, decía.

53. Soñé que volvía a los caminos, pero esta vez ya no tenía quince años sino más de
cuarenta. Sólo poseía un libro, que llevaba en mi pequeña mochila. De pronto, mientras iba caminando, el libro comenzaba a arder. Amanecía y casi no pasaban coches. Mientras arrojaba la mochila chamuscada en una acequia sentí que la espalda me escocía como si tuviera alas.

56. Soñé que un hombre volvía la vista atrás, sobre el paisaje anamórfico de los sueños y que su mirada era dura como el acero pero igual se fragmentaba en múltiples miradas cada vez más inocentes, cada vez más desvalidas.
 
57. Soñé que Georges Perec tenía tres años y lloraba desconsoladamente. Yo intentaba calmarlo. Lo tomaba en brazos, le compraba golosinas, libros para pintar. Luego nos íbamos al Paseo Marítimo de Nueva York y mientras él jugaba en el tobogán yo me decía a mí mismo: no sirvo para nada, pero serviré para cuidarte, nadie te hará daño, nadie intentará matarte. Después se ponía a llover y volvíamos tranquilamente a casa. ¿Pero dónde estaba nuestra casa?


 
BLANES, 1994


Roberto Bolaño

De: Tres, Colección El Acantilado, 2000 Barcelona