lunes, 15 de septiembre de 2008

Globo terráqueo

................................................................................. Concetto spaziale, 1957 - Lucio Fontana

Inigualables vistas. Aunque a menudo tengo que bajar las compactas persianas de los ventanales porque me angustia mirar hacia fuera, sin horizonte, infinito espacio. Inigualables vistas y perfecta tranquilidad. Me asustó un tanto el ofrecimiento. Me temí lo peor. Un diagnóstico fatal, establecido en el examen semestral de empresa. Pero ha sido poca cosa. Un descontrol en la analítica que ya pasó. Descanse usted una temporada, me dijo el supervisor de salud. Y me alcanzó un folleto donde se explicaba el lugar con todo lujo de detalles. Por eso, ahora estoy sentado en este muy confortable sillón giratorio y miro alrededor. Mi habitación es casi una esfera. Eso me ayuda a no depender de las referencias circundantes para ubicar mis emociones. La puerta de la habitación da un pasillo silencioso y azul. Sé que tengo vecinos en este hotel, pero apenas los veo. Con un señor muy alto, que siempre va en pijama, me he cruzado algunos días a la hora del desayuno. Muy sistemático y cariacontecido, consulta su ordenador de mano, mientras toma un zumo de color verde y pastas integrales. La chica de pelo berenjena y amarillo, que pasea por el invernadero, al contrario, muy sonriente, lleva a todas horas la música en las orejas: me dice hola y adiós con un movimiento de cabeza; parece simpática, pero algo extraviada. Alguna persona más he visto, sobre todo en las salidas al exterior. Y está el chico que arregla la habitación, vestido con su uniforme violeta y rojo y guantes negros en las manos, siempre limpios. Llega puntualmente a media mañana y al final de la tarde. Una vez me dejó un dibujo de un barco. Es mudo, parece. Nadie quiere hablar. Yo tampoco, es cierto. Por el dibujo he pensado que antes quizás fue marinero, posiblemente en el Pacífico, pues tiene ojos rasgados. El chico unos días es joven y otros podría ser mi padre. Inigualables vistas. Silencio absoluto. No sabrá ni la hora que es. Tal seguía la descripción del folleto, y es verdad.

.................................................................................. Concetto spaziale, 1951 - Lucio Fontana
Puedo mirar todo el rato que quiera hacia el exterior y cada tres días me corresponde dar un paseo. Cuando salgo me pongo el traje estampado, como de camuflaje, porque me hace ilusión imaginarme aventurero en medio de la estepa fría y en la oscuridad. El resto del tiempo voy de blanco y en zapatillas. Una vez conocí a un hombre que sólo vestía de blanco, después de haber vestido de negro casi la mitad de su vida. Hubiera podido ser ficha de ajedrez, pero era rico. Por eso fingía que no me conocía cuando nos encontrábamos en las recepciones. Estas cosas son al parecer de las que tenía que olvidarme cuando me vine aquí una temporada. Mi asesor de objetivos vitales, que además es mi personal trainer y mi personal shopper, también estuvo de acuerdo: para hacer reposo es el mejor lugar. Lógicamente le hice caso, aunque no pude traer a mi perro. El lo cuida. Eso espero, porque le he conservado su empleo, aunque no sé muy bien cuánto tendré que quedarme aquí para recuperarme a satisfacción del supervisor de personal. Todo esto lo escribo, porque me gusta pensar en las cosas que me ocurren como si fueran una película: incluso sueño con guión. En algunas salidas al exterior vamos varias personas juntas, haciendo grupo, y entonces nos acercamos a la frontera iluminada. Allí hace más calor, a veces mucho, pero no podemos quitarnos la ropa, claro. Nos ahogaríamos. Viene bien salir al aire libre, aunque no haya aire. La vida interior arruga la piel. Y estamos aquí para curarnos, para regenerarnos.
.................................................................. Concetto spaziale - Lucio Fontana


Sin embargo, hace una semana que no he salido y aún me queda otra más de encierro. Estoy multado. Aunque éste sea un lugar de esparcimiento, la disciplina es básica. Y yo en la última salida consumí demasiado oxígeno. Fue por ponerme a hacer gilipolleces delante de la chica de pelo berenjena y amarillo. Es guapa y me sonreía todo el tiempo, mientras estuvimos paseando ahí afuera. En un precioso gesto de afecto llevó su mano desde sus labios a mi pecho. Y mi corazón se revolucionó. Cuando volvimos al hotel, al pasar por el puente de control, me redireccionaron automáticamente a la enfermería, pues mi ritmo cardiaco parecía haber perdido de nuevo su rumbo. Para postre, con tanto bote y tanto salto y tanto baile, con los que hice insistentemente el payaso, consumí, pues, demasiado oxígeno. Así que no puedo volver a salir hasta que se de por compensado ese gasto desmesurado. Además, he tenido que firmar un compromiso escrito por el que no volveré a poner en peligro mi recuperación. Si lo hago, la empresa dejará de subvencionar mi estancia aquí y todo el proceso de regeneración al que estoy sometido. Y me quedaré sin empleo, claro. No podría volver a casa sin empleo. Sería redireccionado a una de las residencias donde se alojan quienes se han quedado sin expectativa de destino. Casi todas están en el centro de la cara oculta y en sombra de la luna, y desde allí no podría ver de ninguna manera el globo terráqueo. En el fondo, yo sabía que esto podía suceder, pero allí fuera, en aquel momento, no me importó. Estaba atardeciendo en la Tierra y me puse romántico. Soy un sentimental. Sin embargo, no soportaría no volver a ver atardecer sobre la Tierra. Tengo que recuperar mis niveles de oxígeno. Tengo que ser disciplinado. ¡Qué confortable es este sillón!


................................................................................... Concetto spaziale, 1957 - Lucio Fontana

Luisa Miñana
De: La arquitectura de tus huesos


El libro-blog La arquitectura de tus huesos se puede descargar en su versión pdf y semanalmente se contextualiza un capítulo en el mismo lugar.